Tratamientos
En la vida nos enfrentamos a situaciones que a veces nos afectan psicológicamente y necesitamos ayuda de profesionales, así como la adaptación de un tratamiento psicológico. Hablamos de una herramienta que tiene el objetivo de proporcionar recursos, facilitar técnicas o poner en práctica terapias adecuadas que ayuden a las personas a gestionar sentimientos, pensamientos y emociones.
¿Cuándo acudir a una Terapia para Adultos?
A lo largo de la vida acontecen momentos difíciles que nos impactan emocionalmente. Cada persona trata de afrontarlos con sus propios recursos personales, pero a veces estos recursos no son suficientes y el malestar psíquico se instala en nuestra vida. Este malestar psíquico se manifiesta a través de síntomas de diversa índole, que nos causan un sufrimiento más o menos intenso a nosotros y a las personas que nos rodean y que pueden llegar a limitar nuestra vida. En esos momentos, es necesario acudir a una terapia psicológica que nos ayude a resolver nuestras dificultades y recuperar el bienestar y equilibrio psicológico.
Otra motivación que trae a muchas personas a terapia es el afán de mejorar su relación consigo mismos y los demás y potenciar sus capacidades.
Sea por el motivo que sea, acudir a psicoterapia es la mejor inversión que uno puede hacer en su propia salud y bienestar personal.
Cómo funciona la terapia para adultos
Método
La terapia para adultos requiere hablar con el especialista en un ambiente de privacidad y confianza.
Sesiones
Duración
Habitualmente se pide al paciente asistir a sesión de psicoterapia una vez a la semana.
Cada sesión de terapia psicológica para adultos tiene una duración aproximada de 50 minutos.
Terapia para Adultos Opiniones
Ana Belén, 54 años
“Gracias por enseñarme estrategias para afrontar mi vida de otra manera, ahora soy mucho más feliz y consigo ver el lado bueno de las cosas y de todo lo que me ocurre. Gracias por tu sensibilidad y humanidad en el trato con nosotros.”
Juan David, 37 años
“La atención recibida me ha permitido iniciar un maravilloso proceso de transformación y mejora personal. La calidad humana se percibe desde el primer momento y los avances se van notando e integrando poco a poco a medida que transcurren las sesiones. Gracias a su dedicación, cariño y entrega, he sido capaz de sentir que recuperaba el ánimo y las ganas de vivir.”
Adolescentes
Lo primero que un psicólogo de adolescentes debe preguntarse, es si le gusta trabajar con ellos, y si es capaz de reconocerse en su propia adolescencia. Son dos puntos básicos para poder vincular con ellos/as. El/la adolescente tiene que percibir que el terapeuta está motivado para ayudarle y que le entiende porque él o ella también han sido adolescentes. Si además, el profesional, cuenta con cualidades como la proximidad, calidez y sentido del humor, el adolescente se sentirá más cómodo para abrirse, aceptando mejor el tratamiento.
¿CUÁNDO ES CONVENIENTE LLEVAR A UN ADOLESCENTE A CONSULTA?
Cuanto antes mejor. Es común que los adolescentes lleguen a consulta cuando el conflicto o problema adquiere un nivel de gravedad alto. En ocasiones, debido al hermetismo que a veces muestran los adolescentes, es difícil para los padres darse cuenta de que su hijo no está bien y sólo pueden darse cuenta de ello cuando el problema ya ha avanzado mucho. Es importante que, en cuanto los padres se den cuenta, acudan a terapia.
La adolescencia es una etapa en la que terminan de constituirse algunas áreas psicológicas del ser humano, como son la personalidad y la identidad. Si en esta etapa, el/la joven vive algún trastorno psicológico como puede ser un trastorno de ansiedad, un trastorno de alimentación, o un conflicto intenso con sus padres, esta dificultad podrá afectar en el sano desarrollo de lo que por su edad, tiene que constituirse a nivel psicológico. Es decir, si por ejemplo, el adolescente padece un trastorno de ansiedad, y éste no es tratado, es muy probable que termine de configurar una personalidad de tipo ansioso. Sin embargo, si aborda este cuadro clínico en terapia, y puede superarlo, terminará su adolescencia viéndose a sí mismo capaz de solucionar dificultades y configurará una personalidad sana con una buena autoestima y fuerte autoconfianza.
También ocurre en muchas ocasiones, que es el propio adolescente el que no quiere acudir a terapia, aunque sus padres se lo hayan recomendado. Es común que los chavales acudan a la primera cita enfadados y sin querer venir. Es importante en estos casos, que el terapeuta cuente con habilidades para vincular bien con el adolescente y que éste quiera acudir a terapia. Realmente, en la gran mayoría de los casos de chavales que acuden a terapia resistentes, cuando se encuentran con un terapeuta amable, cálido, que está ahí para ayudarle y no se sienten juzgados por él, encuentran la utilidad de acudir a terapia y abordar aquello que se lo está haciendo pasar mal.
Por lo tanto, no recomendamos esperar a ver lo que pasa, la intervención precoz, e incluso la prevención van a ayudar a que el problema no se agrave. Hay una serie de indicadores que te pueden ayudar a tomar la decisión de llevar a tu hijo adolescente a un terapeuta:
No se relaciona con sus iguales.
No comunica qué hace cuando sale.
Cuenta poquísimo sobre él.
Pasa demasiadas horas encerradas en su cuarto.
Sólo quiere estar con adultos.
No comer o comer con mucha ansiedad.
Cambio brusco en los resultados académicos.
Cambios bruscos en su personalidad como enfadarse con frecuencia cuando antes no lo hacía.
Preocupación obsesiva por algo concreto.
Alteraciones en el sueño.
Aislamiento excesivo.
Baja autoestima.
Llantos frecuentes.
El trabajo con los padres de un hijo adolescente es fundamental. Que los padres entiendan qué es normal y qué no en la adolescencia, ayudará a que sepan cuándo actuar y de qué manera. Si el terapeuta les transmite lo que en esta etapa vital necesita su hijo adolescente de ellos, les será más fácil abordar las necesidades específicas de la misma.
Infantil
La psicoterapia infantil tiene sus peculiaridades ya que, a diferencia de los adultos, los niños muchas veces no saben decirnos con palabras qué les ocurre y porqué. Les vamos a ver más nerviosos o agitados, más tristes, tienen pesadillas, problemas de contención de orina, rabia…… pero en ocasiones no vemos el trasfondo de lo que sucede. Es por ello que la terapia infantil se desarrolla a través del juego y lo simbólico en los más pequeños, llegando a utilizar técnicas más verbales cuando son más adolescentes.
Tercera Edad
La terapia para adultos mayores es un proceso que ayuda a las personas a superar sus problemas mentales y emocionales.
A medida que la sociedad envejece, aumenta la necesidad de terapia. Para muchas personas mayores, la terapia brinda la oportunidad de ayudar a mejorar su calidad de vida a medida que envejecen y hacen la transición hacia la jubilación o la vejez.
Uno de los tipos de terapia más comunes para los adultos mayores es la terapia conductual, cuyo objetivo es cambiar el comportamiento que conduce al problema.
Las situaciones sociales, familiares, económicas y de salud que se viven cuando se alcanza la tercera edad pueden generar malestar psicológico. Cada vez hay más ancianos viviendo solos y muchas veces no pueden contar con recursos sociales o familiares. Estas situaciones las convierten en personas vulnerables, ya que la soledad es un factor de riesgo.
La psicología de personas mayores se enfoca en el estudio y tratamiento de los aspectos psicológicos y emocionales de las personas mayores. Esto incluye la evaluación y tratamiento de problemas emocionales y psicológicos como la depresión, ansiedad, demencia, entre otros. El trabajo de los especialistas, en estos casos, irá dirigido a fomentar la independencia y la autonomía del individuo, así como su participación en la vida social.
En definitiva, se dotará al mayor de las herramientas necesarias para abordar los retos de esta fase vital, fortalecer su bienestar emocional y mejorar su calidad de vida.
Asimismo, los cuidadores de personas mayores pueden verse afectados por las grandes responsabilidades de su rol, derivando, en ocasiones, en dificultades emocionales. Hay que trabajar también este tipo de necesidades, ofreciendo al cuidador pautas y orientación para fortalecer su salud emocional.